jueves, 12 de junio de 2008

Realidad de la Arquitectura Dominicana


Por Yenny Rivera


La arquitectura de un país no es más que una muestra fehaciente de la realidad socio-económica y política del mismo, así como una respuesta palpable ante los factores climáticos, las creencias, las costumbres y técnicas constructivas existentes en este, pero más acertadamente, es un reflejo del proceso histórico y evolutivo de una sociedad, el cual determina las condiciones en que se ha desarrollado.

En base a estos términos, si exploramos a fondo nuestro patrimonio construido e intentamos descubrir los rasgos de una entidad arquitectónica local, los resultados serían decepcionantes, puesto que debelarían la verdad acerca de una sociedad caótica, una economía paupérrima-decadente y una política corrupta, que a lo largo de los años ha retrazado el desarrollo de dicha arquitectura local, la cual no es más que la conjugación de una variada gama de influencias internacionales (españolas, africanas y europea occidental) que vienen dándose desde los tiempos de La Colonia y que por encima de valiosos aportes técnicos y culturales, también nos han alejado de nuestras raíces y a su vez convencido de que lo extranjero siempre ha sido y será mejor que lo autóctono.

A partir de esto vale decir que actualmente no contamos propiamente con una denominada “Arquitectura Dominicana”, puesto que muchos de los ejemplos apreciables en nuestras ciudades, adoptan “ismos”, tendencias y estilos arquitectónicos extranjeros sin ningún tipo de análisis y reinterpretación, y es ahí donde radica el error reincidente.

La observación y la toma de referencias nunca ha sido dañina, no obstante, la reproducción exacta, hecha sin la concienciación precisa da como resultado un artefacto que se emplaza sin respetar el entorno en el cual ha sido insertado, sin tomar en cuenta las normativas y/o regulaciones pertinentes, los materiales del lugar, ni las características climáticas que se presentan por nuestra condición de isla caribeña; en definitiva, es una arquitectura que NO nos representa como cultura ni mucho menos nos identifica como país mediterráneo. [F1]

Vale el aclarando de que NO todas las entidades arquitectónicas del país obedecen a esta descripción, ya que, a pesar de no ser muy extenso el inventario, contamos con excelentes arquitectos que han proyectado y erigido obras de gran valor estético-formal, calidad espacial y criterios de arquitectura tropical que, aunque con cierta ingenuidad, buscan en esencia dar las pautas para el nacimiento de una Arquitectura Dominicana. [F2]

Quizás…, una dosis de seriedad y decencia, una cucharada de educación y confianza en nosotros mismos como nación y una pizca de paciencia es lo que necesitamos para sobrepasar el subdesarrollo y estimular nuestra propia arquitectura…, todo lo demás –cultura, materia prima, técnica, ímpetu creador…– lo tenemos.

No hay comentarios: